HISTORIA DEL AJEDREZ

Hipótesis acerca de su origen

El origen del Ajedrez ha sido objeto de gran número de fábulas y leyendas; entre ellas, tal vez la más conocida sea la del brahmán Sissa, que sitúa el nacimiento de dicho juego a principios del siglo V antes de nuestra era. La tomamos directamente de la obra de José Paluzíe Manual de Ajedrez:

Al principio del siglo V antes de la Era Cristiana, había en la India un monarca joven, muy poderoso, de excelente carácter, pero a quien sus aduladores corrompían de manera extraordinaria. La lisonja le hizo olvidar pronto que los reyes deben ser los padres de los pueblos, que el amor de los súbditos para su rey es el único apoyo sólido del trono y del cual viene a éste su fuerza y su poder. Los brahmanes y rayals, es decir, los sacerdotes y los grandes, en vano le recordaban estas importantes máximas; Shirham, el joven monarca, embriagado con su grandeza, que creía inquebrantable, despreciaba aquellos sabios consejos. Entonces brahmán o filósofo indio llamado Sisa intentó, aunque indirectamente, abrir los ojos al joven príncipe; y para ello invento el juego del ajedrez, en el cual el Rey, no obstante ser la pieza más importante del juego, no podía atacar, ni siquiera defenderse de sus enemigos, sin el auxilio de sus súbditos.

Muy pronto el nuevo juego se hizo célebre; el rey oyó hablar de él y quiso aprenderlo; y con este motivo, Sissa, al mismo tiempo que él explicaba las reglas, pudo darle importantes consejos. Reconocido el príncipe, escuchó por primera vez estas advertencias, cambió de conducta y dejó al brahmán la elección de su recompensa. Este pidió una cantidad de trigo que se determinaría de la siguiente manera: un grano por la primera casilla del tablero, 2 por la segunda, 4 por la tercera, y así sucesivamente, doblando siempre hasta la última. El rey accedió al instante a la aparente sencillez de aquella petición; pero cuando sus tesoreros hubieron hecho el cálculo, resultó que había aceptado un compromiso para satisfacer el cual no bastaban todos sus tesoros. Entonces, el brahmán se sirvió todavía de esta circunstancia para hacer comprender al príncipe cuán importante es para los reyes guardarse bien de aquellos que les rodean, y cuánto deben temer que se abuse de sus mejores intenciones.

Otra versión de esta leyenda dice: Un rey Indio llamado Kaíd, después de haber derrotado sucesivamente a todos sus enemigos, se vio reducido a la inacción y, mientras sus pueblos gozaban de las dulzuras de la paz, él se hallaba sumido en profunda tristeza y aflicción, hasta el punto de desear la muerte.

En tal estado abrió su corazón a su ministro el sabio Sissa. "Dime –le dijo- tú, cuya sabiduría es tan grande: ¿Cómo puedo liberarme de este abatimiento y desolación en que todas las cosas me desazonan?" Entonces, Sissa le dijo que había un juego maravilloso y que se lo enseñaría. El rey acepto con entusiasmo y aprendió con gran rapidez la marcha del juego, el cual le causo tanto placer que sus males desaparecieron como por ensalmo. Entonces dijo a su ministro: "¡Oh, Sissa! ¿No te prometí darte en recompensa lo que se te antoje pedirme? Habla pues": Y Sissa pidió lo mismo que se ha referido la leyenda anterior.

De esta fábula, cuyo interés es evidentemente anecdótico, cabe destacar dos elementos que permanecen constantes en el análisis estructural del relato: la creencia de que el ajedrez fue invento de un solo hombre y la recompensa que pidió por tal invento, cuya finalidad es poner de relieve la mente privilegiada de este personaje y su sagacidad (fue capaz incluso de superar la del rey)