HISTORIA DEL AJEDREZ

 

Egipto, Mesopotamia, India y Persia

 

            La opinión más generalizada, ya dentro del terreno de investigación histórica, afirma que el ajedrez procede afectivamente de la India: Debido a los intercambios comerciales y culturales dentro de los marchantes de la India y de Persia, este  juego se extendió rápidamente entre los árabes al invadir territorios persas. Pasó también al Imperio Bizantino y pronto se convirtió en uno de los lujos importados que adoptaron los turcos.

 

Sin embargo, existen otros historiadores, entre los cuales se destaca a José Brunet, que aseguran, aportando datos correctos, que el origen del ajedrez se remonta a los tiempos del antiguo Egipto (unos 3.000 años a. C.).

 

Brunet, en su obra El ajedrez. Investigaciones sobre su origen, acometen un arduo estudio para demostrar ampliamente el origen egipcio de este juego, basándose en los abundantes restos arqueológicos descubiertos.

 

Dicho historiador niega que el ajedrez proceda del chaturanga o juego de los cuatro reyes, ya que, a pesar de ser muy antiguo, <<es más complicado y moderno que el shatrang persa (ajedrez común) que nosotros conocemos>>.

 

Que el juego de ajedrez haya sido importado de la India a Persa no constituye por sí solo la prueba de que sea indio, ya que en los siglos XVI o XVI antes de nuestra era ya existen vestigios de algo muy semejante al juego actual, como veremos más adelante.

 

Según Brunet, la teoría de origen Indio del ajedrez se basa únicamente en un hecho dudoso: la mención que hace el Blawishya de la palabra Chatarunga y cuyo descubridor, sir William Jones, ya sospechó que fue interpolada en dicho texto.

 

            Por otra parte, si el ajedrez  no fue introducido en la india por los griegos, ya que varios investigadores aseguran que el chatarunga era conocido en el país 25 siglos antes, ¿cómo se explica que no tuvieran noticias de aquel juego, habiendo permanecido  allí mas de dos siglos y que lo conocieran unos ocho siglos después en contacto con el pueblo persa?

 

            El poetas Firdusi narra en su poema Sha-Nameh (situado a finales del siglo X y principios  del Xi) la historia de la introducción del ajedrez en Persia en tiempos de Nanshirawam. Según él, proviene de la India, país rodeado del misterio y leyendas para todos los escritores de su época.

 

            El contenido del poema podría  resumirse del siguiente modo en lo tocante al origen del ajedrez en Persia:  <<El rey tributario manda una embajada al  rey más poderoso con una enigma que, caso de ser descifrado por éste, decidirá la  supremacía de uno u otro país. >> Sin embargo, este dato carece de toda confirmación histórica e incluso, parece inverosímil que un rey tan poderoso como Nanshirawan (Choroes I) se rebajara a tratar en estos términos con el monarca de un país pobre y tributario suyo.

 

            Brunet se extraña de que nadie señale a Egipto como el verdadero país de origen del ajedrez a pesar de que la mayoría de historiadores lo consideran <<la cuna de nuestra civilización>>, y a pesar también de los hallazgos efectuados en monumentos funerarios entre lo que abundan las piezas de un juego muy semejante al nuestro.

 

            Egipto es el único pueblo, sin embargo, en el que abundan las representaciones de este tipo, tanto en los muros como en ciertos objetos dedicados al culto funerario. En unas excavaciones efectuadas en Tebas se encontraron varias piezas de madera parecidas a bolas, de las que unas eran blancas y otras eran negras. O bien blancas y rojas. Por otra parte, abundan las representaciones de tableros ajetreados, lo que no ocurre en las pinturas o esculturas de la India.

 

            Entre los hallazgos más importantes a este respecto hay que citar el paño mortuorio de una reina, formado por cuadros de piel de gamuza, pintados de azul y encarnado y cosidos en forma de gran tablero de damas o  -¿por qué no?- de ajedrez.

 

            Brunet aduce en defensa de su hipótesis, el carácter indolente y contemplativo del pueblo indio, poco propicio para la invención de un juego de las características del ajedrez. Por el contrario, los egipcios se distinguieron siempre por su actividad  y, además, el rey, los caballos, los barcos y los carros de guerra son elementos propiamente egipcios, tal como lo demuestran sus abundantes monumentos.

 

            Y aun suponiendo que el juego que aparece tantas veces representado fuera realmente el de damas, resultaría ser entonces más antiguo que el ajedrez y, por lo tanto, padre de éste debido a la semejanza del tablero, a la forma alta de las piezas –se da la circunstancia de que las piezas encontradas en las tumbas egipcias se parecen más a las actuales que a las utilizadas en la Edad Media- y a la combinación belicosa del juego.

 

            Ante versiones tan dispares surge la cuestión de si ambas son el resultado de puntos de partida idénticos.

           

En general, se está de acuerdo en situar hacia el 570 a. C. El origen del ajedrez y en otorgar la paternidad a los hindúes. Como señala L. Contrell en su artículo <<Las excavaciones revelan el pasado de las Indias>>: <<... los fundadores de la civilización hindú, parece que los elementos de la civilización de los vencidos habían sido asimilados por los conquistadores>>. El ajedrez  sería, de este modo, una especie de viejo préstamo con más de 2.000 años.

 

            La hipótesis de que el ajedrez fuera conocido por las civilizaciones mesopotámicas antes de que entraran en relación con los pueblos del Indio viene refrendada por el hallazgo de piezas en las ruinas de Tépé-Gawra debida a dos sabios americanos. Según sus estimaciones,  datarían de 3.000 a 4.000 años a. C. Y no hay que olvidar los lazos que unían a Mesopotamia con Egipto.

 

            La postura representada principalmente por H. Murray, que en 1913 dató al ajedrez alrededor del 600 d. C., es cómoda si nos atenemos a los textos que tratan del juego ya elaborado. Sin embargo, los testimonios  arrancados a la  tierra no apoyan la visión de un hombre inventando por sí solo el ajedrez.

 

            La solución hay que remitirla, creemos, a los distintos puntos de partida adoptados por los autores que defienden una u otra postura. Si asimilamos al ajedrez todos los juegos de tablero efectuados sobre una <<mesa>> y con peones, es evidente que data de tiempos muy remotos. Si por el contrario, buscamos su origen en el <<juego de guerra>> -tal como lo llama Murray-, sin intervención del azar, y no en el <<juego de carrera>>, como las tablas reales, que se juegan con dados, hay que acercar considerablemente la fecha a nuestros días.

 

            Así pues, la respuesta no sólo depende de los descubrimientos arqueológicos, sino de la definición de que se parta.